GONZALO HERNÁNDEZ AUGER 1901 – 1953

 Gonzalo Hernández Auger nace en 1901, en la calle Nueva de Motril, algo más abajo del Coliseo Viñas. Era el primogénito de los cinco hijos que Gonzalo Hernández Cuevas y Amalia Auger Ruiz de Morales tuvieron en su matrimonio; le seguían, Concha, Carmen (monja dominica), Carlos y José.

Cursó bachillerato en el Colegio Politécnico, siendo director D. Eduardo Cazorla Trujillo, con brillantes calificaciones y por libre, realizó la carrera de derecho, terminada en año y medio. Se licenció brillantemente en la Universidad de Granada. Fue miembro de honor de diversos Congresos Nacionales y directivo de entidades locales como el Círculo Mercantil, Cámara de Comercio, profesor de la Escuela de Artes y Oficios y del Colegio Politécnico y presidente de honor del Centro Cultural Recreativo.

Propietario y director de El Faro, mantuvo la titularidad y dirección del periódico desde 1932 hasta su fallecimiento el 2 de agosto de 1957, sin más interrupción que los siete primeros meses de la guerra en que fue incautado por los republicanos (25 de julio de 1936 / 10 de febrero de 1937).

La vocación radical que despuntó en él desde joven, fue el periodismo, brotado de su afición a la literaria, a la historia, a la cultural, de su agudo sentido crítico, de su dominio lingüístico y jergal, de su fina ironía. Sus columnas y colaboraciones más destacadas en el periódico el Faro, fueron “Motril en una semana” y “Postiguillo”

En los años veinte fue corresponsal del Defensor de Granada, importante diario precursor de Ideal, dirigido durante los primeros treinta y cinco años por Luis Seco de Lucena, y hasta su desaparición en 1936, por Constantino Ruiz Carnero. Al mismo tiempo colaboraba en la prensa local, y en los diarios Córdoba, Madrid y más tarde en Ideal y Patria, así como en la revista granadina Reflejos. También tuvieron mucho éxito en su día, en las páginas del semanario motrileño, los folletines “El Crimen de la Fabrica del Pilar” y “La fosa abierta”.

Su afición por la comunicación humana, hablada o escrita, le lleva a hacer historia de Las Antiguas y Desaparecidas Tertulias de Motril, en un artículo que publicaba el Extraordinario de la Feria de octubre de 1949, que destila añoranza:

Desaparecidas por desgracia para la solera auténtica del tipismo motrileño, las tertulias de Motril eran algo así como una suite de alcaloides de la idiosincrasia local en donde la gracia, la ironía y la originalidad surgía a borbotones, con el mismo y rico caudal que la fuente de D. Alonso

Al margen del periodismo, Gonzalo Hernández ejerció otras actividades tanto profesionales, como empresariales y comerciales, si bien de forma eventual, accidental o complementaria. Una de ellas fue la docencia, tanto en el Colegio Politécnico de Paula García Cazorla, donde impartía historia y literatura, como en la Escuela de Artes y Oficios.

La abogacía fue otra de las profesiones ejercidas; una vez obtenida la licenciatura abrió bufete, aunque no le dedicó atención preferente; prioridades y primores fueron para el periodismo directo y las colaboraciones literarias.

Como empresario fue propietario y editor de El Faro y titular de la Tipografía Comercial; así como de la Papelería El Faro. En el mismo local tuvo venta de artículos de regalo con la denominación comercial de EGON.

A principios de 1936 ve la luz su primer libro: “Vieja y Nueva Política”, consta de prólogo y ocho capítulos; más que libro en el sentido conceptual de unidad temática, es una recopilación de artículos, trabajos, ensayos y notas del autor, de carácter periodístico, aunque la mayoría de los capítulos constituyan un agudo análisis del pensamiento político a través de la historia.

Su obra más conocida es “La Fosa Abierta”, igualmente compilación periodística que, siendo testimonio de un período turbulento y trágico, posee serena belleza dramática, alcanzando su clímax en el capítulo dedicado al notario Fernando Gómez Acebo. Muchas otras brillantes páginas de su puño y letra se podrían citar, como el incomparable lirismo religioso de “La Hornacina”, oración mariana publicada en la revista La Costa del Sol (1930), reproducida, hace poco, en un panel de azulejería, junto a la estampa de La Virgen del Valle, en la recoleta callejuela a Ella dedicada.

Reconocimientos

Gonzalo murió el día 2 de agosto de 1957

La muerte de Gonzalo Hernández fue sentida en Motril. El comercio local cerró sus puertas al paso de la comitiva fúnebre y los edificios e instituciones públicas lucieron colgaduras con crespones de luto. Ideal, Patria, Hoja del Lunes., insertaron editoriales ensalzando su figura.

Motril le ofreció un homenaje  el 13 de mayo de 1951. Más de doscientos comensales entre autoridades, representaciones y amigos de toda la provincia (Aquilino Morcillo Herrera, director de Ideal; Pareja Yévenes, López Prior…) se dieron cita en el salón del Hotel Mediterráneo (Calle Nueva,1) para agasajarlo y manifestarle estima, admiración y respeto en las palabras de los organizadores: Antonio Ayudarte, José Felipe Soto, José Carrasco Barros, Francisco Pérez García y Paulino Martínez Joya, quien dijo: “Como alcalde de Motril me creo obligado a adherirme a este merecido homenaje por su labor literaria y periodística a lo largo de veinte años”; al final el homenajeado agradeció el acto y terminó con esta metáfora cañera: “…es necesario plantar la caña nueva de nuestra regeneración espiritual”.

Por su valía el ayuntamiento le designó como cronista oficial de la ciudad en 1950.

El Ayuntamiento de Juan Antonio Escribano Castilla (su discípulo en el Politécnico) le dedicaría una calle en el Barrio de Capuchinos, a lo largo del popular Huerto del Capitán

Recordatorios póstumos fueron los de Francisco Fermín Jiménez en “Crisis, Desarrollo, Crisis…1960/1983”

Antonio Ayudarte Rodríguez en “Motrileños Ilustres”

José Felipe Soto en la croniquilla “¡Hola Gonzalo!”

José López Lengo, diversos artículos publicados en el Faro durante 2005

 

* Resumen obtenido de los artículos publicados por López Lengo en el faro en 2005, pinceladas del libro "Luciérnagas en el Olvido" de Jesús Cabezas. Agradecimiento a la colaboración de Domingo López y de Gonzalo Hernández Ortega