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José BAENA (pintor)

JOSÉ BAENA TERRÓN

 

RESEÑA ARTÍSTICA:

José Baena Terrón, motrileño. Muy pronto, supo que lo suyo era pintar, creando obras de arte sobre lienzos vírgenes. Comerciante de profesión, y artista en sus horas libres. Su estudio de la “Plaza Javier de Burgos”, ha sido durante décadas, estudio de pintor, tertulia literaria, taller de teatro, ámbito de encuentro de artistas y hasta improvisado taller de grabación, donde grupos de teatro confeccionaban las maquetas musicales para sus representaciones

Su obra es muy prolífica, habiendo realizado varias exposiciones en nuestra ciudad, la última el 19 de mayo de 2008. BAENA personifica la independencia en el terreno artístico, al margen de modas y convencionalismos. Su estilo es personal e inimitable, ya que sus obras son puras creaciones conceptuales que no necesitan de modelos en la realidad. Tras una época de clara influencia marítima plena de cuevas y espacios que tienden hacia el infinito, o al más allá inquietante, y a veces hasta tenebrista, inicia una etapa más dulce, floral y lúdica. Actualmente, parece haber llegado al final de su búsqueda, con personajes que son mera creación de su genio artístico.

 ENTREVISTA:

En seguida nos sentimos cómodos en un ambiente de confianza no exento de extrañamiento, como es propio en la “guarida de un artista”. Pepe, en su conversación, es ameno y descriptivo, pleno de anécdotas propias de una vida artística intensa. Hablamos, hablamos, y de pronto, la primera pregunta. 

¿Has sentido tú tambié esa angustia, ese dolor, que decía Camilo José Cela, cuando estás creando una obra?

Se pasa mal. En cierta ocasión, en una tertulia alguien dijo que se divertía pintando. Pepe Sánchez, que estaba allí, le respondió: “Yo lo paso mal”. Y  le dije: “yo también lo paso muy mal porque hay un momento…”. Es que es una exaltación, porque hay un momento en que lo pasas muy mal, porque cuando ves que está la obra nada más que abocetada… que está que necesita algo para… Después, cuando vas viendo que la obra va saliendo, pues sí, te da un gozo, pero se sufre lo suyo. Es que es una pelea, la creación es una pelea con la inspiración…, con la técnica…

¿Tú crees que el artista es una persona distinta a todos?

Mira (Se anima), yo creo que todos somos iguales. Tal vez el artista esté más ensimismado, aunque todos tratamos en nuestras profesiones de transmitir algo, tal vez el artista necesita transmitirse a sí mismo sensaciones.

Y transmitirlas a los demás, ¿no?

Lo que pasa… la diferencia que puede haber es que los que nos dedicamos al arte somos… más libres para expresarnos. Un banquero, por ejemplo, tiene que ser siempre perfecto y convencional en su forma de expresarse. Yo he dicho todas las tonterías que me ha dado la gana toda mi vida. Algunos amigos me decían de joven: “estás loco perdío”. Y ahora (sale ese Pepe Baena irónico consigo mismo), esos mismos amigos me dicen que siempre he sido muy sensato. “¡Digo!, a la vejez, me vais a decir que soy sensato”. Yo creo que existe algo (se pone serio) que te da esa libertad de expresión, quizás…, porque vas buscando… Yo ahora estoy escribiendo un libro, “Buscando a Ulises”.

Eso… es toda una primicia.

Eso…, (vuelve su típico autosarcasmo) no habrá quien lo aguante. Digamos que es buscar el héroe que hay en ti o el personaje que hay en ti. Entonces, qué mejor que decir que vamos en la búsqueda de un personaje así, como Ulises. Que si  analizamos la historia… va de tragedia en tragedia.

¿Esa búsqueda va igual a través de la pintura?

Todo. Es que las búsquedas, es de lo que tú eres capaz de realizar.

¿Tú necesitabas completarte como artista?

A mí siempre me ha gustado mucho escribir… Es que son dos cosas que van muy parejas… Lo que yo siento es no saber música, porque me gustaría escribir canciones. Yo siempre voy cantando...

¿Y el teatro? A ti el teatro te ha gustado siempre.

¡Hombre!,  también. El teatro está en la vida… y en una tienda… y… (a su retina acuden sus recuerdos de tendero).

Aquí, en tu estudio, siempre ha habido artistas de todo tipo, actores, poetas…

Si, el casinillo…

¿Un artista necesita rodearse de otros artistas?

A mí me enriquece mucho… los amigos que estamos… como Emilio (se refiere a Emilio Lupiáñez, poeta) y todos los demás (señala a Joaquín Pérez Prados que se encuentra a mi izquierda).

 ¿Hay algún cuadro que siempre quisiste pintar y aún no has podido hacerlo?

 (Se va por otro lado) Hombre, algunos me han salido... Uno…, piensa…, en este he conseguido lo que quiero… Nunca se consigue lo que se quiere. (Le cambia la expresión y el tono de voz) Te voy a contar una anécdota de un pintor. Me dice un día: - ¿Qué, cómo va la pintura? Había estado yo tantas horas pintando un cuadro, que estaba mareado y veía el cuadro que se movía. Y le digo: -Mira, he conseguido lo que siempre quise conseguir, que las figuras se muevan, que me hablen. Y el tío se retiró, me miró y no me dijo nada (nos reímos).

¿Para ti la pintura actual es un arte incomprendido?

 Eso es un problema para el que no lo comprenda, ¿no?  Digo yo. Claro que, tenías que haber visto la exposición del Coliseo, es de vergüenza… ¿Y lo que han hecho en frente de la Farmacia de Moyano?, que pasa una mujer y dice: -¡Hay que ver lo que han hecho aquí los gamberros! ...

(Cambiando de tema). ¿Qué influencia puede tener el Mediterráneo en tus obras?

Yo no había pensado en ello, hasta que un día Lea, aquella extranjera que vivía en Torrenueva que era muy bailarina (descriptivo, como siempre, lo que se refleja en su pintura), viendo mi obra sacó ella la influencia marinera. Entonces hacía yo las cosas más subrealistas, y hasta la música que escuchaba. En aquel tiempo ponía mucho a Debussi y Stravinsky. -¿Sabes que eres un poco bruja?, le dije. (Se pone serio) Hombre, influencia tengo que tener, las grutas que pintaba y todo lo que las rodeaba es muy “joyero”. Las playas, las rocas…, esa influencia está viva en eso. Y después la música, la música es algo que influye yo creo que en todo.

Bueno, no me has respondido a una pregunta. Me gustaría saber es si hay un cuadro en tu mente que no has empezado a pintar.

 Siempre.

 Uno, que tú lo sientes.

Yo ideas tengo muchas, tengo de más. Y lo que me dificulta a la hora de pintar un cuadro es que para mí un lienzo es un escenario vacío y lo voy llenando… Mira aquel cuadro que tienes allí, no te puedes figurar la metamorfosis del cuadro (muestra algunas fotos-bocetos de cómo empezó, cómo continuó y cómo terminó). Y ¿sabes su título?, “Esperando a Mozart para cenar”.

¿Te cotizas muy alto?

No, ¡qué va! ..

¿Te sigue emocionando comenzar un cuadro, como imagino te ocurrió la primera vez?

(Dando un rodeo) Ten en cuenta que cuando uno es joven… Una vez, escuchando a Rigoletto me quedé traspuesto y yo canté Rigoletto, me sentía en el escenario. Entonces, cuando eres mayor estás ya tan hecho a emociones y… como dicen… a amor y desamor que ya las cosas las ves de distinta forma… Yo creo que cuando eres joven, la juventud, ese fulgor que se tiene cuando eres joven… Ves…, me gustaría describir todas esas cosas en el libro que estoy escribiendo.

Cuando esté escrito, me tienes que dar la primicia.

(Irónico) la primicia… es que perdías la amistad conmigo. En un libro, tu eres libre para poner lo quieras. Es lo mismo que cuando pintas. Si estás pintando y estás diciendo, ¿le gustará esto a la gente? Entonces te pierdes. Puede que le guste a la gente, pero…

Pepe, tú eres un pintor de estudio.  No eres de coger el caballete y ponerte a pintar en un puente.

Nada, nada. Pepe Melero y  yo nos íbamos, cuando éramos jovencillos, a la playa, al campo, y él se hacía unas acuarelas y yo llegaba… y nada. Yo no soy un pintor de modelos, ni humanos, ni físicos. Lo mío es la creación pura y simple. Lo que hay en mis cuadros no  había existido antes de plasmarlo yo en el lienzo. No  es una copia ni un reflejo siquiera de ninguna realidad física. (Me muestra un párrafo de su próximo libro que hace referencia a lo que hablamos: “Mi creación es el reflejo de cuantas sensaciones va deparando cada tela, a veces, flameando como una llama, y otras, adentrándose en las regiones inexploradas de los sueños).

¿Qué te impulsa a crear un cuadro… y otro cuadro…

Es algo que… no sabría decirte… Mira, en una ocasión estuve más de dos años sin coger un pincel. Me ponía delante de un lienzo… y nada… era incapaz de pintar… Y de pronto, un día, puse un disco de Stravinsky, y sin darme cuenta estaba pintando, y me pasé horas y horas sin dejar de pintar… Y hasta hoy.

Una última cosa, Pepe. ¿El arte puede ser racionalizado, analítico?

El artista tiene que abrir su pecho y sacar todos los fantasmas y miserias que hay en él. Cerrar los ojos y dejarse ir. Si lo analizas… ¡Ja!…

                                                                       Antonio Reyes    (enero de 2009)